La cantante y compositora californiana Pearl Charles tiene un don especial para escribir indie-pop melódico que, además, sabe barnizar con un discreto pero vibrante tono country. Inició su carrera en las escenas de garaje y lo-fi de Los Ángeles, con proyectos como el dúo Driftwood Singers (tenía solo 18 años cuando se subió a ese barco), que lanzó dos EPs y un LP, este en 2012, y luego militó en The Blank Tapes (ella era la batería), donde su garage-rock consiguió llamar la atención de Burger Records, que se ofrecieron a publicarle un EP homónimo en 2015, en el que se zambullía en garage puro de los sesenta con ligero toque de pop psicodélico. Desde ahí fue transitando, como plasmó su primer LP, el fino y elegante “Sleepless Dreamer” (2018; este en Kanine Records), hacia un pulido country-rock, estilo que ha ido perfeccionando, entre suaves vibraciones y una forma de cantar cada vez más afilada, hasta llegar a su segundo álbum, “Magic Mirror” (2021), en el que inyecta ligeros toques de música disco en la mezcla, adaptando su americana cósmica tanto a ese terreno como al del soft.rock.