Pocos son los músicos de jazz que se dieron a conocer al gran público sin ningún compromiso. Stéphane Grappelli, el violinista más sabio, más clásico del jazz, es de aquellos. Gracias a su participación en el quinteto de cuerdas del Hot Club de Francia con Django Reinhardt, el público lo descubrió. El “genio manouche” murió prematuramente, Stéphane siguió su camino solo, probando con diversos conjuntos.

La sencillez, el lirismo, la lógica perfecta del discurso grappelliano lograron realizarse plenamente con la presencia de un trío piano-contrabajo-batería. Con su violín como único bagaje, Thomas Kretzschmar se inspira en el que se considera como el iniciador de la escuela francesa del violín jazz. Al formar este cuarteto « Homenaje a Stéphane Grappelli », realiza un sueño: hacer revivir la música del maestro. Para encontrar el sonido y la energía ideal, Thomas Kretzschmar se ha rodeado de tres músicos afincados en Zaragoza. Al piano, Humberto Ríos Rodríguez, primer apoyo y experto de las 88 teclas blancas y negras: muy cercano al solista cuando acompaña, tiene también una inspiración que brota en sus solos y una renovación constante. Al contrabajo, Javier Callén Salazar; son sus líneas de bajo las que «sostienen la casa» al servicio de la armonía. A la batería, Fran Gazol Gracia aporta un acompañamiento rico y con finura.

A fuerza de trabajo y perseverancia, Thomas Kretzschmar intenta humildemente, con este grupo, alcanzar la ternura lírica y la gracia «swingueante» del único violinista de jazz conocido mundialmente que tendría hoy más de cien años...