Manuel (Fran Perea) es un maestro rural que vive feliz y apaciblemente con su mujer y sus tres hijas menores. Acebal (Fernando Soto) es un hombre rústico, cerril, reaccionario, exaltado y aparentemente ingenuo que diseña en su ilusoria cabeza una serie de máquinas delirantes, insensatas y utópicas que facilitan las relaciones humanas. El destino los une un día en que, cegado por el sol, Manuel atropella en un cruce al ciclista Acebal y destroza su bicicleta. El ciclista, muy apenado por este hecho, despierta la compasión de Manuel. Este atropello hará que surja un vínculo fuerte, tenaz y sumamente destructivo entre ambos personajes. Acebal se infiltrará cada vez más en la vida familiar y laboral de Manuel hasta convertir su existencia en un tormento y al final hará que su presencia resulte tan sofocante como necesaria, y todo llegue a un punto de no retorno.