Huérfanos de Krahe
Con miles de Kilómetros compartidos y cientos de escenarios bajo los pies, Javi, Andreas y Fernando tardaron algo más de treinta años en conseguir que el Krahe se aprendiera sus canciones. Sus hilarantes equivocaciones eran, como las toses, un efecto estudiado al milímetro. Nada se escapaba al cálculo de tan taimado trio. Hasta tal punto, que fue tras la muerte de Javier cuando decidieron que lo echaban de menos. Resultó que, a la chita callando, el legado del ínclito Krahe había calado profundamente en muchas y variadas almas que aclamaban por su ausencia.
Decidieron, pues, que la única manera de sacarlo de la tumba sería la indignación de verse ensalzado en un continuo homenaje.
Dicho y hecho: "¡Krahe, indignate y canta!"
... y como el Krahe no canta (por pereza), los tres con su cinturón negro de karaoke acometen (con diligencia) la responsabilizar de hacer reír en la desgracia con su exuberante repertorio: donde hubo un valle de lágrimas se hace un corral de cuernos plagado de versos de tornillo, cábalas y cicatrices.