Laila es una joven madre filipina que trabaja en Kaohsiung, Taiwán, como limpiadora en una sala de masajes.  Ella se las arregla en el trabajo hablando muy poco chino.  Yi-fan es un malasio chino, hijo de comunistas clandestinos, que, al no entrar en la universidad en Malasia, ha venido a estudiar a Taiwán.  Pero descubre que su condición de extranjero y su temperamento lo obligan a trabajos de bajos salarios.   Estas dos personas marginadas, que se encuentran primero por casualidad,  luego a través del cortejo persistente aunque gentil de Yi-fan con Laila (quien, casada, no busca ese tipo de compañía), gradualmente forjan una buena relación mientras hablan en un inglés bastante básico.  Al mismo tiempo, Yi-fan tiene recuerdos conmovedores de su infancia traumática,  sacudida por la violencia, que lo llevó de un escondite en la jungla de Malasia a un campo de prisioneros fronterizo.