En una librería cualquiera, de una ciudad cualquiera, se congregan los vecinos de un barrio a punto de desaparecer por las necesidades del nuevo urbanismo: el modelo productivo. Estos supervivientes de renta antigua contarán sus últimas horas antes de enfrentarse a un futuro incierto en el que los sueños son de humo espeso y los recuerdos de barro blando.
Los perros flacos trata de la fe como camino para la redención, como motor de resistencia ante el olvido, ante la muerte, ante la realidad de un mundo nuevo que se impone inexorablemente aunque deje daños colaterales y que impone renovarse o morir. Y trata de visibilizar la dura realidad de los que quedan, los perros flacos que se sacuden las pulgas entre las ruinas de la identidad y la memoria de un pueblo preguntándose si alguien rebuscará en los escombros de la conciencia, si la memoria podrá desafiar a la muerte, si hay opción para la esperanza.
La compañía malagueña Teatro del Náufrago, creada en 2015, busca llevarnos a los territorios donde habita la pregunta, la incomprensión, la irreverencia... a través de una forma particular de respirar el teatro, que nos permita cuestionarnos el mundo real a través de la ficción. Las tablas les sugieren el escenario perfecto para encontrarnos, sentirnos, comunicarnos, evadirnos, soñar despiertos y enfrentarnos a lo real. Se consideran náufragos que luchan para evitar la deriva y recuperar el rumbo.
Esta es su tercera producción tras RIP: Cuatro velas para Sofía y El viaje del Veronal, que formó parte de la programación del 39 Festival de Teatro de Málaga