Esta novela, publicada en 1758, fue un auténtico best-seller de la época: en una semana se había agotado toda la primera edición de más de 3.000 ejemplares. La obra estuvo prohibida por la Inquisición y formó parte del Índice de libros prohibidos de Roma. Su sátira dividió totalmente al gobierno y reactivó el género inquisitorial. Generó numerosos escritos y un incalculable número de “apologías”. A pesar de su dificultad,el espectador de hoy disfruta de un buen decir del texto del siglo XVIII. Una sátira divertida, amena, que acerca este clásico del Siglo de la Luces al espectador del siglo XXI, al estilo de Rafael Álvarez “El brujo”.